No nací para encontrarle el lado comercial a las cosas, y cuando creo que algo puede ser rentable, obviamente ya se les ocurrió a mil personas con anterioridad.
Ahora que estoy en un lugar turístico, terreno propicio si los hay para curros varios, me encontré con que la imaginación tiene cara de puestito de "algo". Es así que uno llega a enterarse de casos increíbles de astucia criolla, como el caso de un puestero que vendió a más no poder botellitas con aire de Bariloche, y ya sé que ustedes me dirán que esto es una mentira, pues no, se equivocan ya que el señor en cuestión los vendía a dos manos.
Su ingenio no sólo estuvo en dicho invento, sino que también en generar en el público interés para que crean que ese era el mejor souvenir que podían llevar al primer mundo. Ni remeritas, ni chocolates, ni un peluche, ahí partieron las botellitas con nada adentro hacia Europa, Asia o quién sabe donde.
También acabo de ver yo misma algunos puestos de una feria hippie y allí me sorprendí con, por ejemplo, un chico que tiene un puesto de pulseras, pero no esas que parecen difíciles de hacer, sino las que yo hacía de trencitas e hilo cuando tenía 10 años. Y con eso está ahí el niño hippie, toda la tarde mateando y rebuscándosela.
Después vi un puesto que nunca entendí lo que vende porque son todas plumas chiquitas de colores, como si fueran los aros de plumitas, pero si es así les falta el ganchito para la oreja, por lo que que llegué a la conclusión de que son anzuelos, pero no veo que nadie le compre, por lo que o los pescadores no pasan por ahí o, definitivamente, son aros para armar.
El hecho es que veo que todo ya está inventado pero que a mí me cuesta encontrarle la vuelta para que sea un negocio algo que me guste hacer, además ya veo que si me pongo un puesto de sombreros, la gente empieza a nacer sin cabeza.
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