domingo, 22 de abril de 2012

Dame 100 gr. de optimismo

Arranco directamente con la pregunta que vengo pensando hace unos días: ¿Qué hacemos con el optimismo? Lo pregunto porque realmente no sé qué hacer con él. No sé si ser partidaria y firme defensora o si ser enemiga a ultranza y reírme en la cara de aquellos que se entregan a ser los que miran el vaso medio lleno aún cuando ya les están entregando los chalecos salvavidas en un naufragio.
Justo se dio la oportunidad de pensar este gran tema, por lo menos para mí, porque me he encontrado con diversos personajes que me dieron sus posturas sobre ser un optimista, y, perdón por el lenguaje, pero no hablo del "boludo alegre" que ve todo lindo y simpático, sino que me refiero a aquel que puede rescatar lo positivo hasta de aquellos hechos que aún no ocurrieron.
En twitter leí a Kevin Johansen quien dejó una frase de Murphy que decía que "un pesimista es un optimista con experiencia". Esto me dejó pensando en que muchos optimistas deben haberse visto abandonados a su suerte y perdidos porque todos sus esfuerzos por creer, mirar para adelante y pensar en positivo se les cayeron al piso tan sólo por la espera de algo que nunca llegó.
También puede pensarse desde otro lado porque en algún punto creo que los optimistas viven mejor o por lo menos transitan con menos peso lo que para otros como yo, pesimistas de la primera hora, tenemos que soportar y transitar.
Para un pesimista que se precie de tal no hay nada como perfeccionar su técnica diciendo que no se anima a ser optimista porque prefiere pensar que las cosas pueden salir mal, y si por esas casualidades las cosas salen bien encontrarse con la sorpresa y no pensar en el tiempo perdido.
Podemos decir que los optimistas deberían jubilarse de tal tarea insufrible y cansadora, ya que amargarse para después ponerse contento por haberse amargado sin sentido es mucho más valorable que ser feliz y positivo de una!
Será que nos da miedo ser optimistas y tener razón?

lunes, 5 de marzo de 2012

Si, señorita

Ayer volví al teatro. Hace mucho tiempo que no iba a ver una obra, no porque no quisiera sino porque no sabía qué ver, con quién, cuándo y cómo volverme desde la Capital sola en el Sarmiento (riesgoso desde todo punto de vista).
Pero con Yo amo a mi maestra normal había algo inexplicable que me atraía hacía ella. Y como toda atracción, no hay que frenarla.
Allí estaba yo con mi madre y mi abuela, tres generaciones dispuestas a ver a ese hombre transformado, diferente pero igual a las maestras que cualquiera de nosotras tres tuvimos.
La expectativa había llegado a su fin, Juan Pablo Geretto y su maestra salieron a escena y, como no podía ser de otra manera, no me decepcionaron. Sus gestos, posturas, los agudos, las respiraciones todo parecía calcado de las docentes que me enseñaron, de todas ellas tenía un poco y al mismo tiempo era tan única que nadie se le podía parecer.
No sólo esta obra fue genial al verla, sino que además se transformaba para mí en una especie de espejo porque ahora que me paro frente a una clase y trato de enseñar algo, puedo ver toda la fragilidad, las angustias, el amor disfrazado de enojos y las esperanzas que antes no podía ver como alumna.
También sentí un poco de envidia, ver a ese hombre ser otra, hacerme reír y llorar, y volver a reír mientras todavía me secaba las lágrimas. En un mismo acto poder ver tanto amor, porque sólo un sentimiento como ese por alguien te puede hacer recordar tantos detalles y mostrarle lo que tu memoria guardó.
Por otro lado, me volvió a exponer frente a una cuenta pendiente: cómo se debe sentir estar en un escenario? cómo será lograr lo que él logra?
Ya ven que la intensidad y la revolución despertada no fueron para nada sutiles.
Creo que sólo un gran actor o una gran actriz sin nada más que su presencia pueden lograr lo que ayer Geretto logró en nosotros, y yo pensaba que esto le debe pasar por la cabeza a varios de los que lo han ido a ver, pero para mi fue único y revelador.

PD: Les recomiendo ampliamente que vayan a verlo al Multiteatro de miércoles a domingo, les quedan 2 semanas, después no digan que no les avisé!

domingo, 29 de enero de 2012

Fin de fiesta

Estoy de vuelta, se han terminado unas vacaciones hermosas que me sirvieron para descansar, charlar, escuchar, valorar y saber que hay lugares donde uno puede reposar un rato y tomar impulso.
Anduve por ahí, sembrando un poco de calma y dándome cuenta que por más que la gente querida se me desparrame por ahí, siempre vuelvo a ellos y parece que los kilómetros y los días pasados no modifican nada, y charlamos como si nuestra última mateada hubiera sido ayer.
Ahora, dentro de unos días, vuelvo a mi vida y espero llevar conmigo la alegría que siento hoy.
Gracias por hoy, ayer y mañana!

Post dedicado a Lau, Mike y Mafi por recorrer conmigo estos días.