martes, 12 de febrero de 2008

Tengo miedo nene

Luego de una charla acerca de temas de la vida, me quedé pensando en uno de los items más destacables del encuentro, él cual se refería a la incertidumbre y todos sus derivados.
Pensé que la incertidumbre tranquilamente podría ser la principal característica humana, la sensación que rige cada una de las actividades de la vida. Ponele, los aborígenes tenían incertidumbre al momento de salir a cazar algún venado; los tipos de wall street se zarpan en incertidumbre de que la bolsa se caiga y esas cosas que nunca entenderé; las maestras también la tienen al momento de enfrentarse a un alumnado adolescente que atemorizaría a cualquiera.
Y si todos ellos sienten incertidumbre en sus respectivas vidas, porque yo no. Desde que tengo uso de razón que la incertidumbre es una constante, creo que lo único en mi existencia, por lo que podría decir que soy del clan de los humanos lógicamente humanos.
Si trato de buscarle un significado a la incertidumbre podría ser como una especie de bocina de la conciencia, es la manera de que hagamos las cosas pero que tengamos un poco de temor/cuidado/recato. Pero el problemón aparece cuando las medidas de incertidumbre se desajustan. Si hay mucha, te frena, si hay poca, te mandas a lo loco y te das el balero contra la pared.
Entonces no es que no queremos un poco de incertidumbre concientizadora, pero que la válvula que la regula esté bien calibrada, eso si que sería un golazo.

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