Hoy, una tarde larga si las hubo, dio para todo, entre una de esas actividades, en un intento desesperado de huir de la locura familiar, me entregué a mirar fotos viejas. Cajas, pilones, albumnes repletos de recuerdos hermosos, vacaciones divertidas, cumpleaños divertidos, fiestas familiares, bueno en fin, de todo, como en botíca.
El hecho es que en muchas de esas imagenes aparecían personas que hoy ya no están y me puse a pensar en que me generaba la ausencia de ellos.
Primero pensé que extrañarlos era lo más parecido a lo que me pasaba, pero no de una manera nostálgica, o por lo menos no siempre, porque uno cuenta con la total consciencia de que ya no están y que no van a estar físicamente.
Es así que llegué a otro pensamiento y refiere a que difícil debe ser extrañar de una manera diferente a las personas. Digo, extrañar esperando volver a tener eso que se perdió.
Cuando las personas que tuve a mi lado partieron hacia quien sabe donde, en el primer momento, creí que no iba poder vivir sintiendo que faltaban, y a medida que los días iban pasando me encontraba habituandomé a esos espacios vacios, que se disolvían o que iban dejando lugar a otras circunstancias.
y esto de aceptar la falta y seguir a veces me asusta porqu me doy cuenta que me acostumbro fácil a las faltas de ciertas personas. Al pricipio me siento un poco mal, porque me pregunto si yo no debería sufrir eso de extrañar un poco más.
Y toda esa idea de ser consciente de las pérdidas y de no sufrir tanto por los que no están o lo que ya no pasa, va en contra de todos los principios italianos que rigen a mi familia italiana hasta la médula, y eso es, supongo, bueno porque afortunadamente me pierdo de esos rituales de lágrimas locas y visitas eternas de otros familiares dramáticos, falta que me permite tener tardes como la de hoy para pensar en cosas como esta.
1 comentario:
a mi a veces me pasa algo parecido cnd pienso en los q ya no estan, pro esta bien q asi sea, imaginate lo q seria vivir c esa angustia constante? parte d la vida es mirar para adelante y , sin dejar q dejen (valga la dedundancia) d ser importantes asignarles un nuevo lugar: ese momento q el dolor se transforma en un dulce y hermoso recuerdo!
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