Luego de la triste semana en la que Homero, mi perro, casi pasa al otro mundo y luego de haber estado más tiempo en "la clínica para perritos" ( me gusta decirle así) que en mi propio hogar, me quedaba una visita más al veterinario y, como buena obsesiva, siempre pido que lo atienda el mismo médico especialmente porque me da miedo que otro venga y meta la pata.
El veterinario en cuestión era un pibe como de mi edad, igualmente no lo ví como potable porque estaba preocupada en que no se muriera el perro, así que entablamos relación de "dueña medio boluda que llora porque el perro se le muere" y "veterinario que se ocupa del perro". Pero para la tercera visita, cuando Homero ya estaba mejor, hablábamos más onda amigotes que otra cosa. Para la cuarta visita él me contaba que había ido a ver una carrera de coches , que era de La Pampa y que se había peleado con su mejor amiga, con la que comparte casa, porque el novio de ella le come las cosas de la heladera cuando la va a visitar.
Y mientras charlábamos y el veterinario me decía "mira lo que te estoy contando!", el perro casi durmiéndose en camilla de metal dejaba de lado nuestros dramas y nos demostraba que los humanos aburrimos mucho .
3 comentarios:
Jajaja! Se re colgaron charlando! Es lindo cuando pasa eso igual, bah a mi me gusta colgarme asi hablando cualquier cosa...
PREGUNTA: A esa altura y alo veías potable?! contame la posta!
Te juro maruchi que no lo ví potable, sino serías una de las primeras en saberlo al grito de "no sabés lo que es el veterinario de homero"!!
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