No son pocas las oportunidades en que me he puesto a pensar en la finitud de las cosas, especialmente cuando esas cosas me afectan particularmente a mi.
Pensaba en que muchas veces mi familia, quizás sin pretenderlo, me mostró que la vida estaba colmada de situaciones, objetos, personas que una vez que estaban en mi vida se iban a quedar ahí, al lado mío, para siempre. y, oh casualidad, cuando empecé a vivir mi vida por mi solita me dí cuenta que no era así, y me sigo dando cuenta.
Lo que yo ví en mi familia, especialmente mis nonnos (italianísimos) era que cuando te comprabas una casa era para vivir ahí eternamente, y llenarla de nuevos miembros hasta que aguantara, o que uno encontraba un laburo y era para toda la vida y ascendía, y los jefes lo amaban, pero siempre quedándose en el mismo lugar. Bueno, lo mismo para las parejas, el estudio y todo lo que si ya de por sí tiene presión se le podía sumar un poco más haciendo creer que eso era definitivo e irremplazable.
Luego, y afortunadamente, me fuí encontrando con mi propia manera de ver la vida, las relaciones, las compras, los trabajos y la vida en sí, basicamente, y noto que no me adapto a eso de la eternidad, especialmente porque lo que me gusta a la mañana me parece lo peor del mundo a la noche, y porque no sirvo para vivir así, es mucha presión tener que tener la seguridad de que te querés quedar con lo que tenés hasta siempre.
Más allá de que esa continuidad me parece imposible, me doy cuenta que muchos de mis planes o proyectos no encajan en ese modelo y además las cosas cambian tanto y tan rápido que no es sano armar tanta estructura para nada.
Asíque si bien para muchos Ruqui sea una bola sin manija las cosas me salen así y la desorganización no siempre es tan terrible como uno creía.
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