Dos voces en la ventana

Desde que descubrí que mi ventana a la calle no sólo está para que me entre polvo y tierra, sino que también sirve para escuchar las conversaciones ajenas de la gente, mis ratos de soltera tienen otro color.
Para arrancar como tengo una parada de colectivo hace que la gente pase un rato largo ahí esperando por lo que escucho conversaciones extensas y nutridas de todos los detalles que una chusma declarada como yo quiere saber.
La semana pasada una pareja de adolescentes charlaba y en eso escucho que el pibe le dice a la chica:
Pibe: Ya te dije mil veces que no me pegues, me duele. Además no es gracioso, me pegas en serio.
Piba: Ay, es un chiste, estamos jugando
Pibe: No, que chiste, es violencia. Vos sabes que yo te quiero, te regalo cosas, te trato bien, pero basta, no me pegues más.

Y unos días antes una señora, parecía tener unos cincuenta y pico hablaba por teléfono con alguien, supongo que su pareja, y le decía:
"Vos sabés que te amo y todo lo que tuve que hacer para que podamos estar juntos. Me separé, vos sabés que no lo soportaba, que no me gustaba que se acueste en mi cama, que me toque, porque yo pensaba en que quería estar con vos. Y ahora podemos!"

Si si, no es invento, no lo soñé, charlas como éstas pasan de vez en cuando por mi ventana y yo las anoto o trato de recordarlas para que ustedes las lean.
Es más soy capás de soportar que me usen la ventana de barra y me dejen los paquetes de papas fritas vacíos con tal de que no me quiten estas locuras auditivas que me obligan a bajar el volumen de la tele.