Más allá de una situación personal, me he puesto a pensar en el silencio y en el lugar que los humanos le damos, a veces sobrevalorándolo.
Porque no siempre el silencio es un beneficio, ni salud, ni todas esas pavadas, especialmente cuando uno tiene algo para decir, que si bien no modifica la situación pedorra en la que se encuentra inmerso, por lo menos puede exponer su hipótesis y descargar tensiones psicológicas.
No sé quien fué el salame que le dio ese lugar preponderante al silencio, lugar que muchos compramos en ciertas circunstancias.
A charlar que se acaba el mundo!
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