Hoy quiero hablar de la forma en que todos vamos creciendo, cambiando, adaptándonos y mutando a través de la vida. Pensaba en aquellos momentos, que todos pasamos, en los cuales pensamos que no hay otra manera de vivir si no es como estamos en ese instante. Esos ratos en los que hasta tenemos pánico de movernos por miedo a que se desarme todo.
Y a los pocos instantes nos damos cuenta que finalmente se vino abajo eso que sosteníamos incansablemnte, y que a veces creemos eterno, y nos descubrimos en medio de lo que habíamos temido.
La primera reacción, por lo menos para mi, es llorar, patalear, enojarse contra todo lo humanamente posible, hasta que ya no hay porque llorar y como que el círculo arranca nuevamente.
Las cosas lindas vuelven a parecernos lindas, las ganas de hacer brotan por los poros, todo se reacomoda. Y no es que nos acostumbremos a sentirnos tristes o adaptarnos al dolor, es distinto esto, es realmente salir, es cerrar una etapa y disfrutar de lo nuevo o de lo que ya estaba y no podíamos ver.
A esta etapa me refiero, la de sentirse de vuelta y feliz.
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