Hoy, en un acto de amor incalculable, acompañé a mi padre a Parque Saaavedra a andar en bici. Como recordarán antes de irme a Bariloche yo también solía subirme a ese artefacto y pedalear indignamente bajo el rayo del sol, pero a mi regreso consideré mis condiciones físicas y, para hacerle un bien a la comunidad y a la integridad física de los demás, paré de pedalear.
Igualmente acompaño a mi padre en algunas ocasiones, llevando mi máte y mi libro de turno para sentarme y disfrutar de los beneficios del sedentarismo en su máxima expresión.
Hoy tenía todo, el máte en su punto justo, el libro en su momento más apasionante y la lonita que si bien era pequeña, servía para sentarme como indio.
Mi padre arranca la carrera loca del pedaleo y yo me pongo a leer en el césped sin ningún inconveniente hasta que veo que por el máte va subiendo una hormiga colorada del tamaño de una cucaracha bebé que si la dejo se ceba un máte ella solita.
Como pude la aparté del máte pero se ve que la muy turra era rencorosa porque a los 5 minutos se me vino encima una patota de hormigas cuyo único objetivo era sacarme de mi estado de paz, cosa que por otro lado lograron inmediatamente porque salí rajando a meterme en el auto con la sensación de que tenía alguna de esas hormigas en los pantalones.
Por suerte no fue así, la patota hormiguera copó la parada sin lamentar víctimas de su lado, pero yo me pasé una hora adentro del auto maldiciendo a todas las hormigas del mundo y al gremio de los insectos en general.
2 comentarios:
Pobre Ruqui!!! No es por nada pero siempre te persiguen los bichos! sabelo!
besos, marita
pd.: agradece que cuando fue el furor del dengue estuviste en bariloche porque sino seguro que no te ibas a salvar!
Guarda con las hormigas. Una vez Debbie se sentó en el pasto y se le metieron en el pantalón y le dejaron todo el culo picado... unas ronchitas rojas... el novio le tuvo que prestar una bermuda.
No fue lindo!
Hiciste bien en alejarte de las hormigas aseseeeenas!
Besos romi :)
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